¿Por qué China quiere liderar la gobernanza de la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el nuevo campo de batalla económico y geopolítico. En la última World Artificial Intelligence Conference celebrada en Shanghái en julio de 2025, el primer ministro chino Li Qiang sorprendió al mundo proponiendo la creación de un organismo internacional para la cooperación en IA. La iniciativa busca frenar la fragmentación regulatoria y responder a los temores de que la IA quede en manos de solo unas pocas potencias y empresas tecnológicas. Pero la gran pregunta es: ¿es una apuesta sincera por la cooperación global o una estrategia para reforzar el poder tecnológico de China?
¿Qué objetivos tiene la propuesta de Pekín?
El gobierno chino presentó su idea como un esfuerzo para establecer normas globales de seguridad, ética y desarrollo de la IA. Entre los puntos más destacados:
- Evitar monopolios tecnológicos dominados por EE.UU. y sus gigantes como Google, OpenAI o Meta.
- Incluir al Sur Global en el acceso a tecnologías de IA, presentándose como un socio de los países en desarrollo.
- Fomentar comunidades open-source transfronterizas que aceleren la innovación compartida.
- Ubicar la sede en Shanghái, consolidando el papel de China como centro neurálgico de la gobernanza tecnológica.
¿Qué impacto tendría este organismo global de IA?
La creación de un organismo internacional podría:
- Unificar estándares regulatorios, hoy fragmentados entre la AI Act de la Unión Europea, el enfoque de desregulación de EE.UU. y los modelos restrictivos de Asia.
- Reforzar la confianza global en el uso seguro de la inteligencia artificial, especialmente en sectores críticos como salud, finanzas o defensa.
- Redistribuir el poder digital, ya que China se presenta como la voz que quiere representar tanto a países emergentes como a actores globales.
Sin embargo, muchos expertos dudan de si realmente sería un marco neutral o si China lo utilizaría como herramienta de influencia geopolítica.
¿Cómo reaccionan Estados Unidos y Europa?
La propuesta de Pekín llega justo después de que la administración Trump anunciara un plan agresivo de desregulación de la IA para acelerar la innovación sin trabas burocráticas.
- EE.UU. apuesta por la velocidad: prioriza el crecimiento de la industria, dejando que el mercado marque el ritmo.
- La Unión Europea busca control y ética: su AI Act establece límites estrictos para garantizar derechos y seguridad.
- China promueve cooperación inclusiva: pero con Shanghái como centro, lo que refuerza su liderazgo tecnológico.
Este choque de modelos refleja una nueva guerra fría tecnológica, donde cada potencia trata de imponer su visión del futuro digital.
¿Qué papel jugarán los países emergentes?
Uno de los ejes clave de la propuesta china es el Sur Global. Pekín asegura que compartirá avances y recursos para que África, América Latina y Asia puedan acceder a la IA. Esto responde a una realidad: hoy, la mayoría de las capacidades en IA se concentran en Estados Unidos, China y Europa. Para muchos países, depender de estas potencias significa quedarse rezagados en la economía digital. China busca presentarse como un aliado estratégico ofreciendo:
- Transferencia tecnológica
- Acceso a infraestructura de datos y chips
- Formación de talento digital
Esto podría dar a China una ventaja diplomática clave en su disputa con Washington.
¿Es cooperación global o estrategia de poder?
Los analistas coinciden en que el movimiento chino tiene dos lecturas:
- Narrativa de cooperación: posicionarse como líder responsable que busca frenar los riesgos de la IA.
- Estrategia de poder: reforzar su influencia en la economía digital y crear dependencia tecnológica en países aliados.
En este sentido, el organismo global de IA sería tanto una herramienta regulatoria como un instrumento de soft power.
Conclusión: el futuro de la IA depende de quién dicte las reglas
La propuesta de Pekín marca un nuevo capítulo en la batalla global por la inteligencia artificial. Mientras EE.UU. y Europa siguen caminos distintos, China se ofrece como árbitro mundial de la IA, aunque no todos confían en su neutralidad. El resultado de este pulso definirá no solo la competitividad tecnológica, sino también las reglas éticas y sociales que guiarán a la humanidad en la era digital. La inteligencia artificial no es solo innovación: es poder. Y la pregunta clave es quién escribirá las normas que gobernarán el futuro.